Llegué hace no mucho. Despistado, inquieto, temeroso e ilusionado. Al principio recuerdo que todo eran interrogantes… ¿podré?, ¿sabré?, ¿llegaré?…. ¿lo conseguiré?
Poco a poco las dudas se fueron despejando. Encontré quien me guiase, y compañeros para hacer el camino. Dice el refrán: “caminante no hay camino, se hace camino al andar” y a andar eché. Infinidad de sorpresas me esperaban en mi andadura. Nuevas sensaciones, sabores, aromas, algún ser maravilloso dispuesto a ampliar mi capacidad de empaparme de este nuevo lugar, alegrías, frustraciones, abrazos…. Vida, sí, Vida con mayúscula.
Las gentes que pueblan este lugar, al que hace poco llegué, y del que no me quiero ir jamás, son tenaces, determinadas, persiguen sus sueños, los comparten, los saborean y los exprimen hasta la extenuación. Cuando hablan de este su lugar, se les ilumina la mirada. Este lugar ha prendido en el interior de todos ellos, un fuego que no se extingue. Una llama que les da la energía para perseguir sus anhelos con determinación, sin importar lo lejos que se encuentren, o lo rápido que vayan.
En este lugar, se pasan las horas con uno mismo. Este lugar te hace mirar hacia dentro y encontrarte contigo. Te muestra tus límites, te hace sentir pequeño y grande, te rompe, te empuja, te tira al suelo y te vuelve a levantar, te ahoga y te llena de aire. Este lugar tiene algo mágico que se me ha metido en el corazón.
Llegué hace no mucho, pero ya me siento parte de este lugar.
Quiero ir allí
Estás invitad@, sólo has de quererlo realmente
¿Dónde está?
Cuál es ese lugar?
Te puedo decir que está aqui, pero no te puedo decir dónde está, pero en cuanto lo encuentres, si quieres, te puedo acompañar.